Crecimiento Personal, por: Psic. Elda Leyva Novelo.
Seguramente alguna vez habrán escuchado el refrán: “Más vale malo por conocido que bueno por conocer”.
Esta es una de esas “creencias madre” que muchos hemos hecho nuestras desde pequeños y que ahora forman parte de nuestra programación.
Y son ese tipo de creencias las que hoy en día pueden estar bloqueando nuestro crecimiento y nos mantienen en una zona de “confort” procurando un estado de cautela y falsa “seguridad”.
La verdad es agradable estar en la zona de confort, sentirte cómodo y libre de amenazas, no podemos decir que sin problemas, pero al menos son dificultades que conocemos y con las que podemos lidiar.
Cuantas personas no hay que toleran un trabajo de largas jornadas, con cargas laborales muy pesadas y con una paga miserable, pero “segura”.
Otros, permanecen en relaciones toxicas, que están llenas de costumbre más que de amor y ganas de ver al otro crecer.
Que bien lo hemos aprendido más vale lo malo que conocemos, aquello que nos limita y nos impide crecer pero que nos permite sentir cierta “seguridad”.
Preferimos la comodidad de una paga segura al riesgo de ser independientes y emprender algo por cuenta propia, aunque nos quejemos constantemente de lo horrible que es nuestro actual trabajo y lo tirano que es nuestro jefe.
Así como estar destruyéndonos mutuamente en una mala relación, pero tener la compañía de alguien, en lugar de experimentar la terrible soledad.
Estar en la zona de confort es encontrarte en un entorno conocido, el cual pudiendo ser agradable o no, te permite estar en una situación que dominas y en la que sientes cierta “comodidad”, tranquilidad y alivio.
El confort nos permite tener una sensación de control, yo ya sé que hacer y se cómo dominar la situación. Preferimos vivir en la rutina de lo “malo” pero conocido, conectándonos a un piloto automático, que nos convierte en autómatas, insensibles que simplemente sobrevivimos día con día, viendo la vida pasar.
Eso sí, somos muy buenos para quejarnos si nos dan la oportunidad, pero evitamos salir de esa comodidad y enfrentar nuestros miedos.
Querer evitar el miedo, las dificultades y lo desconocido solo nos lleva al agotamiento físico, mental, emocional y espiritual. ¿Qué tan agotado estás? ¿Eso es confort?
Aceptémoslo, la paz no es pasividad, ni la tranquilidad indolencia y mucho menos la seguridad está en permanecer resguardado.
Eso solo es una falsa paz, tranquilidad y seguridad, que se esfuman cuando abruptamente algo nos recuerda que la vida es corta, que las cosas no son para siempre y que si nosotros no cambiamos la vida puede tomar un giro tan inesperado que nos obligue a hacerlo.
Obsesionarnos con la “seguridad” y lo conocido nos lleva a una vida sin sentido, a estar en ese piloto automático que nos aleja de nuestro sentido de vida, de esa misión para la que hemos sido creados.
Cambiar no es perder lo que tenemos, cambiar es ampliar nuestra visión, es desarrollarnos. Estamos estancados no por miedo a lo desconocido sino por miedo a perder esa compañía, esa seguridad, lo que tenemos o lo que somos.
Las cosas son efímeras, las personas en nuestro camino son pasajeras y la seguridad es simplemente ser capaz de confiar en ti, no depende de lo que tienes o has logrado, sino de ser capaces de creer en nosotros mismos.
Cree en ti, confía en que mereces cosas mejores y encuentra ese qué, que le da sentido a tu vida.
En este proceso seguramente habrá dolor, pero no temas, eso solamente significa que estás creciendo, experiméntalo, fortalécete y sigue adelante. Del dolor no se huye, se vive y experimenta para tomar impulso.
Deja el miedo y da tu primer paso ¡Desafíate a ti mismo y siéntete vivo! Encuentra el sentido de tu vida (es la mejor fuente de motivación), establece nuevos objetivos y ve a por ellos.
Cambia tu pensamiento, pon en práctica nuevos conocimientos y experiencias. ¡Amplia tu mundo!
Suelta el control, no podemos evitar los errores, nadie es perfecto. ¡Sé flexible, permítete equivocarte y serás más fuerte!
Anticípate a tus propias excusas, que los pretextos no te paralicen, antes de iniciar redacta una lista de esas excusas que te llevan a retornar a la zona de confort y escribe una alternativa para cada una que te permita avanzar. ¡Quita los obstáculos de tu camino!
Crea una red de apoyo, pidiendo ayuda a tus amigos y familiares o a un terapeuta. Elige personas que te motiven a mantenerte en el camino del cambio. ¡Crecer juntos es mejor!
¡Animo! Sal de tu comodidad y da un salto de fe, un salto más allá de la zona de confort para experimentar y aprender cosas nuevas, para abrirte a la oportunidad de lo posible, a la confianza de que hay cosas mejores esperándote y que te mereces vivirlas.
¡Realmente vale la pena intentarlo!
Espero estas palabras te sean de utilidad, Dios te bendiga.
Elda C. Leyva Novelo
Psicóloga Católica con Maestría en Desarrollo Humano.
Asesoria Psicólogica Online: citas al 9991134229