Pizza con piña

Viviendo Joven, por: Orlando Lara.

Imagínate esa reunión donde todos están poniéndose de acuerdo para cenar, es de esas épocas donde la música alta, los ánimos y los amigos parecen el cortometraje de tu vida.

Cada quien fue vestido como quería, llevó lo que quería beber pero quedaron de acuerdo en pedir pizza y entre tantas opciones de pizza deciden pizza con piña.

Particularmente esa es la única de las pizzas que no te gusta, que no te apetece pero ni un poco, pero cuando dices abiertamente que no te gusta la pizza con piña todos te cuestionan y te animan a probarlo y lo haces.

Este es el ejemplo más inocente que puedo darte de presión social para hacer cosas que no queremos hacer.

Hay muchas cosas que pueden representar las pizzas con piña, alcohol, relaciones íntimas, vínculos tóxicos, drogas y un sinfín de cosas que hacemos por complacer a los demás, como una fuerza negativa que va en contra de nuestros intereses y valores para conseguir aprobación del grupo o evitar el rechazo social de los que llamamos amigos.

Pero lo que es realmente grave de este asunto es el hecho de que no pensamos con claridad sobre las consecuencias de estos actos y las consecuencias que llegan en la factura son más altas de lo esperado, a decir verdad, el precio es perdernos en el transcurso de esa presión, perdemos el equilibrio.

La pizza tiene orillas, la vida tiene límites, poner límites es sinónimo de respetar nuestra armonía.

Desarrollar nuestro equilibrio y armonía, no es realmente complicado, ya que es parte de la naturaleza humana y se encuentran escondidos en la intuición, puede ser complejo cuando no somos conscientes de nuestras necesidades pero en ese instinto podremos considerar ver de diversas formas para gozar de varias perspectivas ante una misma situación teniendo un abanico de posibilidades que nos ayuda a elegir la opción correcta.

Una de las principales interrogantes es saber manejar la culpa, que no tiene una opción única para ser manejada, nos corresponde a nosotros saber elegir sin ponerse en sumisión a la culpa

Si las personas con las que nos rodeamos entienden esos límites entonces son nuestros amigos y solo andaban equivocados con su manera de actuar, pero si no, entonces no lo son y las banderas rojas ondearán por sí solas.

Vivir sin límites es vivir en constante abuso. La presión social hace que hagamos más de lo que debíamos hasta el punto de anularnos a nosotros mismos.

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