Crecimiento Personal, por: M. E. Alba Carolina Avilés Pérez.
No ves, no ves, ya son más de las tres
me voy , me voy, que tal, adiós
me voy me voy.
Si me hablan ya no estoy
me voy, me voy, que tal, adiós
me voy me voy me voy.
Así cantaba el conejo del reloj al inicio de la película “Alicia en el país de las maravillas” Siempre de prisa, corriendo de un lugar a otro, apurado, sin detenerse.
¿A dónde iba el conejo?
¿Por qué tenía tanta prisa?
Recuerdo que en cierta ocasión mi hijo mayor, que en ese entonces tendría unos cuatro años me dijo al quitarnos apresuradamente de casa de mis papás, “mamá, te pareces al conejo de Alicia” En ese momento generó en mi cierta reflexión, ¡claro que tenía razón! , así era en ese tiempo, siempre de prisa, siempre corriendo; la casa, los hijos, la familia, el trabajo, a veces estudiando al mismo tiempo, impartiendo algún curso, llevando trabajo a casa, la vida “normal” de una mama/maestra; aclarando que siempre contaba con la ayuda de mis papás y familia, sin duda una hermosísima etapa aunque llena de carreras y mucha actividad y presión.
Así pasa muchas veces en la vida, sin darnos cuenta muchas veces caemos en este tipo de estrés, nuestro tiempo se ve lleno de todo tipo de actividades, compromisos, quehaceres de cualquier tipo, pues la vida es un constante cambio y cada etapa es distinta; y esto puede pasarnos una y otra vez.
Corregimos, optimizamos tiempos, volvemos a caer, corregimos, optimizamos, volvemos a caer y así, como en un círculo vicioso. Lo importante es darnos cuenta, ser conscientes y no importa cuántas veces tengamos que corregir hasta lograr un manejo óptimo de nuestro tiempo, actividades, prioridades etc.
Es importante detenernos, pensar y preguntarnos constantemente
¿A dónde vamos?
¿Por qué tenemos tanta prisa?
¿Qué queremos? ¿Por qué lo queremos? ¿Para qué lo queremos? ¿Estamos en el camino que nos lleva a ello?
¿Qué es lo realmente importante?
¿Cuáles son nuestras prioridades?
Los pendientes, los compromisos, el trabajo, nunca se acabarán y siempre surgirán otros y otros y otros pues es parte de la vida misma.
Dicen por ahí que “quien mucho abarca poco aprieta” así que paremos, prioricemos, optimicemos los tiempos, disfrutemos de cada actividad, de cada evento, del trabajo, de los compromisos, de cada compañía, de cada lugar, hagamos lo que nos permita disfrutar y disfrutemos de lo que nos toca hacer cada día, se vale posponer, cancelar o reprogramar; claro siempre y cuando no sea algo prioritario, necesario, urgente o importante y por supuesto sin que nos afecte y sin afectar a nadie en ningún aspecto. Que nuestra agenda sea una aliada para nuestra tranquilidad y no una enemiga que nos presione cada día, organicémosla, nosotros tenemos el control.
Programar lo que queremos o debemos hacer cada día es la mejor estrategia, sirve para organizar y optimizar el tiempo, para anticipar nuestras actividades, un buen tip es escribir con lápiz, pues la organización de la agenda desde mi punto de vista es una guía y no necesariamente algo que se deba cumplir en su totalidad pase lo que pase. Nuestra agenda puede y debe ser flexible, habrá cosas que podamos mover y otras que no; todo dependerá de la importancia, prioridad, y naturaleza de las actividades que en su momento consideremos al realizar algún cambio.
Claro, hay personas que tienen por obligación cumplir con ciertas actividades y horarios en días y fechas determinadas, entonces vuelvo a repetir: disfrutemos lo que hacemos y hagamos lo que disfrutamos. De ahí la importancia de elegir con consciencia el camino a seguir, nuestra pasión, nuestra profesión, nuestro oficio, a qué nos queremos dedicar y qué tan posible nos ha sido o nos podría ser, tema muy importante que tocaremos más adelante.
Tratemos también de destinar en nuestra vida y en nuestra agenda un tiempo para agradecer, para reflexionar, para orar, para meditar y para relajarnos, destinemos tiempo a la distracción y sobre todo, si o si dediquemos tiempo para la familia y amigos.
En 2014, en un curso de tantos que he tenido la oportunidad y el gusto de tomar, uno de los facilitadores nos puso un hermoso video, recuerdo que era de National Geográfic, pero hasta la fecha no lo he podido encontrar. Entrevistaban a una mujer acerca de cómo había llegado a vivir tantos años con tanta salud y paz; mencionó aspectos importantes como la alimentación, el sueño, el ejercicio, etc. Por supuesto esas son cosas que sabemos, y todavía así muchas veces las minimizamos; pero lo que más llamó mi atención y me hizo reflexionar fue cuando dijo que ella se concentra en todas y cada una de las cosas que realiza cotidianamente por muy sencillas que sean.
Decía por ejemplo: “Cuando tejo, tejo” “cuando cocino, cocino” “cuando canto, canto” y así fue mencionando las actividades que cada día realizaba y cómo disfrutaba plenamente de cada una, centrándose en el momento y el lugar; “el aquí y el ahora” es lo que llamamos “atención plena” vivir el momento, disfrutarlo, ser conscientes de ello sin llevar la atención hacia otros distractores.
Paremos, intentemos una y otra vez llegar a esto, intentemos una organización óptima, priorizar nuestras actividades, anticipar nuestros compromisos y no saturar la agenda, vivir en atención plena y tratar siempre de limpiar nuestra vida de estrés, ansiedad, presiones etc. Serenar la mente y relajar el cuerpo haciendo de esto nuestra forma de vida ¿Se puede? ¿Podemos lograrlo? Yo creo que si. Pero no debemos bajar la guardia ni morir en el intento, poco a poco lo haremos cada día mejor.
Disfrutemos cada momento, cada actividad, cada lugar. Desde una formal junta de trabajo hasta una hermosa puesta de sol. Vivamos el aquí y el ahora. Con esfuerzo y constancia seguramente lo lograremos.
¿Tú quieres intentarlo? Yo sí. Te invito a que cada día lo tengamos presente y poco a poco sin darnos cuenta, se convertirá en un estilo de vida.
Con mucho cariño estás letras son para ti, pero también para mi. La vida es un esfuerzo constante por mejorar y crecer cada día.
Compartiendo para ti.
Carolina Avilés