Viviendo Joven, por: Orlando Lara.
Contamos nuestra historia a través de nuestras relaciones, especialmente las más intensas; eso es lo que dicen, pero ¿qué sucede cuando esas relaciones no tienen nombre y son casi algo?
Todas las personas hemos pasado por ese momento en nuestra historia donde tenemos a una persona que es importante para nosotros y sentimos las mismas emociones, vivimos los momentos de pareja, hacemos todo lo que harían “los formales” pero existe una tempestad intermitente en nuestra mente es conocida como incertidumbre, de no saber hacia dónde va ni el nombre que lleva, especialmente si somos los que están acostumbrados a nombrar las cosas para que existan; tal como lo es el amor.
Y si bien, un mayor número de relaciones en tu autobiografía no representa necesariamente mayor experiencia para saber amar, pero al mismo tiempo negar lo vivido también es otra forma de callar al dolor provocado por una perfecta ilusión y lo que callamos nos come por dentro.
¿Pero por qué duele mucho lo que no fue? El problema del vacío es que no duele, pero sabes que algo falta ahí, que estuvo latiendo y se apagó; cuando ese vínculo se rompe, al igual que se acaban las llamadas a la media noche, también ese dolor y no necesitamos “tener el permiso” para que ese vacío exista, necesitamos avanzar sobre nuestra imaginación más ingenua.
Nos han hecho creer que solo existe una manera correcta de enamorarnos y que tenemos que caber en modelos que no representar a nadie, historias hermosas se crean en la noche y en el anonimato y está bien que exista un quiebre, ya que no son necesariamente las palabras las que vuelven un vínculo real, si no la profundidad e intensidad del cuento, aunque la versión en esa historia deje de ser una hermosa película para comenzar a ser la más humana narración, que pasa a ser testimonio de lo que pudimos afrontar.
Duele porque no pudimos confirmar nuestras teorías de estar presente en todas sus facetas, ni estuvimos el tiempo necesario para ver florecer algo más grande por lo que nos toca entrar en dialogo con nuestra creatividad, es más fácil cuando sabes que esa persona no era tan perfecta para nuestra historia como la que tienes que dejar ir.
A veces esas historias incompletas nos ayudan a reconocer de forma innata nuestras emociones; especialmente después de que todo iba bien y de repente tuvimos que ser valientes para afrontar el silencio y aceptar las múltiples razones por las que el vínculo emocional terminó en una “No disponible” podemos pasarnos la vida deseando encajar modelos de amor que no representa a nadie y que el mundo nos diga quiénes somos y lo que puede o no sentirse bajo ese protocolo o podemos decidir por nosotros mismos lo que nos hace amar y reconocernos por lo que nos diferencia o nos hace únicos para con esto evolucionar y aprender a dejar ir a nuestras más bellas creaciones.
Cuando estamos listos para aprender el “qué” los “casi algo”, nos enseñan a convertirnos en alguien y ese alguien es un algo maravilloso por sí solo, pese al dolor de quien no fue.
El amor es el regalo más increíble que uno puede recibir; tenga o no una etiqueta…